sábado, 4 de abril de 2009

COMO PERCIBIMOS LA FUNCION DEL TUTOR@

La didáctica de grupos establece en primera instancia cambios en la concepción del grupo, del docente y del alumno. Lo anterior supone que el grupo deja de ser concebido como objeto de enseñanza y se asuma como sujeto de aprendizaje, lo que exige ante todo la clarificación de los objetivos comunes, así como del reconocimiento de los sujetos que participan en el proceso con el fin de lograr conformar un verdadero grupo de aprendizaje; el docente no es más el guía del grupo, es un coordinador que a su vez forma parte del grupo, pero que desarrolla funciones de coordinación que son facilitadas en gran medida por su experiencia, conocimiento mayor de los contenidos de la disciplina y de las habilidades logradas a través de un proceso arduo de formación docente. Por lo que respecta a los alumnos, éstos se erigen en sujetos activos, cuestionadores, propositivos y conscientes de su centralidad en su proceso de formación. Construir un grupo de aprendizaje supone por ello, la no dilución de las individualidades, pero si su reconocimiento, los aprendizajes previos e incluso las distintas personalidades que en éste interactúan, pues no debemos olvidar que la emotividad juega un papel muy importante en el trabajo educativo y en la construcción de un grupo con un objetivo común: la construcción del conocimiento. Este principio se complementa a su vez, con la necesidad de desarrollar estrategias que posibiliten un ambiente de aprendizaje colaborativo, en donde la competitividad y la exaltación de las individualidades, se antojen contrarias al espíritu de trabajo grupal que deseamos impere.
Lo anterior me parece opera tanto en ambientes presenciales como en estas experiencias que comenzamos a vivir, de ambientes de aprendizaje virtuales. El cambio está dado en nuestra visión de la tecnología y en sus usos. Así como en los ambientes presenciales la tecnología es una herramienta que puede sernos muy útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje en este caso, nos movemos en torno a ella y tiene la gran bondad de acercarnos a gentes con entornos educativos formales y culturales diversos. Pero plantea también el gran reto de cómo convertir un espacio altamente impersonal como lo es el internet, en uno personal y humano, sin el cual la educación como proceso, no se logra.
En mi trabajo como tutora he intentado que este sea el principio que impere en la interacción con el grupo; la intensidad con la que se trabajó el módulo no me permitió dimensionar a cabalidad si nuestro grupo logró constituirse en un grupo virtual de aprendizaje. Sin embargo puedo considerar que ésta intencionalidad fue mi mayor fortaleza, a la par que la disposición y el ánimo para mantener el trabajo en grupo.
Por otro lado, considero que mis debilidades fueron: lograr situarme, como dice Fernando y que me considero muy pertinente, en el punto medio entre aburrimiento y ansiedad, mantener una retroalimentación precisa y abundante sobre las debilidades que observaba en el trabajo con los maestros. Otra sumamente importante, lo que refieren como tareas Angelita y Sandra: desarrollar estrategias de motivación.
Sobre la tarea como mediador del tutor –y que entiendo como la fundamental entre el alumno y el conocimiento y en la que parece tenemos coincidencia- creo que a veces fue un tanto difícil, pues hubo poco margen de autonomía en cuanto a los contenidos que debían trabajarse al interior del grupo.
Por último, recupero lo que señalan Yolanda, Angelita y Sandra en torno al acceso al chat, que nos ayuda a medir el ánimo de los alumnos y la oportuna revisión de las actividades que posibilitan a su vez una asesoría y retroalimentación eficiente

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